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¿Por qué me apasiona lo que hago?

Cuando miro las caras de los conferenciantes o los participantes de un acto en el que interpreto, sea una reunión empresarial, una boda, una firma notarial, una rueda de prensa o una conferencia sobre algún tema específico, tengo la sensación de que todos ellos en realidad se parecen mucho entre si, respondiendo a los mismos patrones de comportamiento. Solo les separa la barrera del idioma, que yo - la interprete, intento suprimir. Para ello estoy allí, entre los hombres y mujeres trajeados, uniformados, en traje de novia, en toga, vistiendo sus mejores galas o bien al contrario, luciendo su versión de lo más desenfadad. Me encanta observar como son y como actúan. La decisión o la soberbia de un empresario, la seriedad de un juez, la emoción de una novia, la pasión de un experto por un tema determinado o la preocupación y compromiso de una periodista en una rueda de prensa. Y yo haciendo de mensajera, intentando ayudarles a acerar las posturas y resolver discrepancias o conflictos. O que se haga justicia. Lo considero como un viaje apasionante hacia la sensibilidad de las personas y sus diferentes visiones del mundo. Sentada entre ellos o detrás, de pie o en cabina con mis auriculares puestos sé que soy transparente, pero sé también que mi papel es clave en este momento. No llegarían a comunicarse sin que yo estuviera allí. Por mucho que se parezcan. Es una gran responsabilidad pero también un pedazo de satisfacción si llegan a entenderse. Cuando se ríen, o cuando se emocionan o cuando simplemente se estrechan la mano. Lo mejor llega cuando veo que los perfectos desconocidos se han convertido en conocidos o incluso han llegado a congeniar. Aunque en ocasiones resulte imposible.

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